martes, 26 de junio de 2018

Lobos




Se escuchan esos aullidos.
Esa paz del silencio corrompida por la desgarradora nobleza de los amos de la noche.

No llueve, pero caen gotas.
No truena, pero hay luces centelleando.
No ocurre nada, solo hay un fin.

Ahí se escuchan aullidos. Se mantienen algo sofocados. No quieren despertar a nadie, 
sólo quieren que algo venga a salvarlos. 
Sólo quieren volver a tener su calor, pero se ha ido... 

Ha luchado, 
ha corrido,
sonreído y ...
sencillamente, se ha quedado dormido.

Se ha quedado en silencio.
Los lobos aullan. Acompañan la tensión. Acompañan el vacío.

Las ideas fluyen. Los pensamientos corren y sacuden como la electricidad. Retumban. Consuelan  y desgarran.

Abraza ese instante. Lo que queda de su ser. ¡Ay! ¡Cuánto amor! ¡Cuántas cosas vamos a extrañar! ¡Cuántas cosas vamos a recordar con amargura! Con la sonrisa torcida... Hay tanto amor. Tanto entregado que... ¿¡Qué importa que ya sólo se abrace al silencio y a lo frío!?

Se escuchan aullidos. Pretenden dar confort. Pretenden ser la marcha fúnebre del que siempre fue un espíritu de montaña. Un alma libre y salvaje.

Auuuuuu!!! Auuuuuu!!!

Ya vuelve a la tierra. Ya vuelve a su hogar. 
Alimento de vida.

Aullan lobos.

Adiós Papá.

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