lunes, 2 de julio de 2018

Sacudida






Es de noche,
Oscura y cerrada. Sólo la luz de la luna irrumpe por la ventana apuntando directamente a mis ojos.

Esa ventana medio abierta por donde entra una suave brisa que mueve las cortinas color pistacho.

Desnuda, sólo la suave sabana de algodón blanco maldejada caer para cubrir lo justo de mi.

Aún entreabro los ojos... ¿qué ha pasado?

De pronto, noto una mano deslizándose suavemente por mi costillar. Bajando por mis caderas. Acariciando mi piel suavemente. Calor con calor. Piel con piel.

Noto un aliento en mi nuca. Lo que eran caricias pasan a un abrazo, que incrementa su presión hasta soltarse bruscamente.

De nuevo acaricia. De nuevo el aliento en mi oído esta vez. Suave.

No hay nadie más despierto que yo.

Me vuelvo a incorporar y acomodar entre esas sábanas, las almohadas mullidas, el colchón ya viejo y el calor. Con la luna. Con la brisa. Con el aliento.

Buenas noches día, mañana serás otro.