Lo que creímos vivir.

Sabéis que éste es un rincón de reflexión. 

Tiene una parte un tanto "egocéntrica" pues hablo de mi experiencia personal y de lo que he podido aprender con ella.

Dicho esto, hace un tiempo empecé a tomar un camino ligeramente distinto por el que yo no hubiese pensado jamás que me decantaría. 

Fue una montaña rusa. Idas y venidas pero tenía una compensación que me hacía aferrarse a él. Casi más que camino, eran arenas movedizas... visto el final, diría que eran unos rápidos que culminan en la catarata más pronunciada del mundo.

Bastamente algunas personas dirían... "pa' qué estos berenjenales?" Y ahí es donde tendría cabida está reflexión: creí vivir algo único. 

Me sentía tan valiente, ilusionada y fuerte. Con ganas de coger la vida de cara y saber esquivar los asaltos que pudiera presentarme.

Vivía cada momento único e irrepetible. Pletórica. Pero ah!... ¿qué vivía? ¿qué me llenaba tanto?

Expectativas. Punto.

Me recreaba en lo poco y vivía pensando en nubes de azúcar que eran menos. Creía vivir más de lo que en verdad era. Ilusa.

Pero ¡ah! (De nuevo). No somos estáticos ni de pan vive el hombre. Al final algo se caldea. Crece un hilito de tedio, frustración...y a veces se juntan más caractéres que hacen de una persona otra distinta. 

Esa persona no ha perdido su forma buena de ser, pero tampoco quiere ser tonta. Se mira en un espejo y no busca excusas. Tonterías... las justas. Reconoce y acepta, pero también persigue el cambio y no se conforma con jugar con castillos en el aire.

Esa persona dice un claro "No". No a las medias tintas. Al secretismo. A sentir que es una vergüenza, juguete o error...

Coge todas sus herramientas. Las utiliza... Y sabe cuando despedirse... aunque de pena. 

El balance entre lo habíamos vivido y que lo que vivimos, no supera lo que creímos vivir ni lo que soñamos que viviríamos. 

Se necesita realidad... No cuentos de hadas.