jueves, 15 de noviembre de 2018

Las riendas encauzadas

Hace un tiempo, retomé de nuevo viejas aficiones que dejé de lado por motivos que no importan.

Uno de ellos es la lectura, algo obvio que volvería a mi ser, por el simple hecho de que me apasiona.

Es curioso, porque durante unos instantes, puedes conocer tantos mundos como páginas tenga el libro. Pero lo que más me ilustra, es cómo,  sin darte cuenta creces.

Ver a personajes que dejan todos sus miedo de lado. Pasando aventuras y desventuras y fuertemente vinculados a convicciones y principios (pero con la mente abierta Al conocimiento y cambio), hace ver qué clase de persona puedes y quieres  ser.

Retomé una saga que me fascina (entre otros libros): El médico. Y reencontrarme con Rob, ver esa tenacidad y ese ser... me recordó un esbozo de lo que yo fui.

Puede sonar muy patético,  pues sí oigan, puede. Pero de pronto dejó de parecerme patético el reidentificarme (aunque sea en base a un personaje ficticio) y pensar "dios... qué cobarde y "personaja" estaba siendo en este tiempo"

Ahí! Ahí sí que sentí ese ridículo que hace que suban los colores y uno se avergüence de uno mismo.

¿Esto a qué viene? Sencillamente al hecho de que no sabes En qué momento o qué situación pueda hacerte un "click" y desear que retomes tus riendas.

Durante un tiempo, pecaba de tener siempre los mismos cantos rodados metidos en los zapatos. Que molestas, calan y llegan a ulcerar. Y digamos, me preguntaba porqué en vez de coger los zapatos y tirar esos perdigones. Era como un lastre que llevaba encima y asumi que debía estar ahí. ¿Por qué? Los humanos y nuestra psicología.

Pues bueno, un día decides que se acaba. Que ya está bien de tener más piedras en el camino. Y que es inadmisible que, habiendo las que hay per se en la vida, sólo falta que encima tu te las metas dentro de tu propio calzado.

Todo lo innecesario debe ir fuera. Aquí hay que ir ligeros y seguros de nosotros.

Cojamos referentes con un carácter aséptico. Valientes, no sin miedo, pero si con afán.

Cojamos nuestras riendas y dejémonos de tonterías.


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